EL HOMBRE DE DAVOS Y EL DEL ABIERTO DE AUSTRALIA

La economía mundial antes de la crisis era como Rafa Nadal hoy por hoy: una espiral dudosa de energía que arrasaba con todo.

El mallorquín ha dejado sin palabras a Federer este fin de semana, lo ha dejado balbuceando, como la crisis a muchos de los economistas en su Foro Económico de Davos, celebrado, curiosamente, este fin de semana.
En el tenis, el campeón mallorquín hurgaba en la herida del suizo a base de modestia venenosa al final del partido, reconociendo la grandeza del derrotado (que iba camino de convertirse en “humillado” con las disculpas de Nadal), mientras levantaba la copa con estúpidos remordimientos. Entonces la bondad se convertía en crueldad a pasos agigantados ante nuestros ojos.
En el mundo financiero de Davos, ahora que la economía se parece más a Roger Federer, también iban de modestos reconociendo su ignorancia, y los economistas balbuceaban frases del tipo: “honestamente, no sabemos que va a ocurrir” o la que hemos elegido como frase francamente: “hay dos clases de economistas, los que no tenemos ni idea y los que no saben ni eso”. Para decir eso, mejor recoge el premio y cállate.

Tanto en el sistema capitalista como en el tenis, de nada sirven las disculpas de los vencedores por haber ganado, y menos cuando se han pasado 4 horas aporreando como posesos una pelotita amarilla, o el globo terráqueo entero.